UN TRIBUNAL MUY INJUSTO
Después de arrestar a Jesús, los soldados lo llevaron a empujones ante un tribunal judío llamado Sanedrín para ser juzgado como si se tratara de un ladrón o de un asesino.
Durante toda la noche los ancianos jueces le hicieron preguntas y más preguntas pero Jesús guardaba silencio. Sólo cuando le preguntaron si Él era el Hijo de Dios, Jesús respondió afirmativamente. Cuando escucharon estas palabras, los ancianos se pusieron furiosos. No le perdonaban que dijera que era el Hijo de Dios.
Al amanecer los jueces decidieron que tenía que ser condenado a muerte. Pero antes lo enviaron maniatado al gobernador romano llamado Poncio Pilato. También este gobernador lo interrogó durante mucho rato y se dio cuenta de que no merecía la muerte, pero eran tantos los gritos de la multitud que pedían que lo mataran que finalmente lo entregó a los soldados para que lo crucificaran en lo alto de una colina.
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